Para el exterminio de contrabandistas y malhechores que infestaban el país el Tribunal de la Sala del Crimen de la Chancillería de Granada ordenó en 15 de octubre de 1794 establecer o entablar en cada villa una llamada “Ronda de Hombres Honrados”, un cuerpo auxiliar de la justicia integrado por dependientes del ayuntamiento y/o vecinos íntegros que, armados, ayudaran a indagar, perseguir y prender a gente facinerosa, especialmente contrabandistas, ladrones y forajidos.
Dados los escasos medios disponibles en efectivos humanos y materiales en la gran mayoría de las localidades, la orden animaba a buscar la cooperación entre villas próximas, “poniéndose de acuerdo unas con otras, para el mejor acierto en el desempeño de esta empresa”. Los gastos deberían sufragarse con lo recaudado en concepto de penas de cámara, gastos de justicia y con partidas sobrantes de los propios del concejo si las hubiese.
La orden reconocía que estas partidas de bandoleros, lejos de mermar o desaparecer, cada día eran más numerosas y peligrosas “y continúan en los mismos excesos, no sólo empleándose en el contrabando, sino es también, cometiendo con notable escándalo, los propios insultos, muertes y robos”, especialmente en el territorio de La Mancha, las Andalucías, el reino de Jaén e incluso en el de Granada.
El siguiente día 2 de diciembre, una vez recibida la comunicación de la superioridad, los miembros del concejo de Torremilano se reunieron y decidieron, sin demora alguna tal como establecía la orden y circular, establecer la citada “Ronda de a caballo de vecinos honrados” de acuerdo con la justicia de Torrefranca, a la “que ha pasado recado manifestando que apetece que las dos villas, por la unión material que tienen entre sí misma guarda, también la formal en el desempeño de una recomendación tan importante como el Real Servicio”.
Celebrada la reunión conjunta el 14 de diciembre de 1794 y atendiendo al número de vecinos de cada una de las dos villas, por Torremilano fue nombrado cabo primero de la Ronda don Jorge Velarde y Tello y cabo segundo, don Francisco de la Concha y como componentes de la misma don Miguel Velarde y Tello, Joaquín Ramírez Blanco, Joaquín Osorio y don José Tirado, todos ellos a caballo y armados (el último nombrado, al tener empleo en las minas de Almadén, tuvo que ser reemplazado por don Miguel Moreno). Por Torrefranca fueron designados Juan Aláez de Contreras y Antonio Romero (la proporción establecida para Torrefranca en esta cuestión, como en otras que requerían la actuación conjunta de ambas villas, era de una cuarta parte).
Fijaron los emolumentos a pagar por cada salida en 10 reales a cada cabo y 8 a cada uno de los demás integrantes, además del arancel correspondiente al escribano que los acompañase, actuando de manera alternativa los de una y otra población.
A mediados de enero de 1795 el corregidor de Los Pedroches, don José Tomás de Cortines, alertaba a la Ronda recién formada de la presencia en el territorio de una numerosa partida de contrabandistas por lo que era urgente realizar una batida con toda la gente armada disponible en ambas villas. En la tarde del catorce de enero la Ronda registró diversos lugares propicios para ocultarse los bandoleros como la ermita de San Sebastián, la dehesa de Valbuena, el Rollo “y demás sitios inmediatos en que en varias ocasiones se han presentado contrabandistas con el sigilo que es propio de su ministerio”. Por sí y valiéndose de escuchas y confidentes, la Ronda de vigilantes recorrió el territorio asignado pero no encontraron rastro de presencia de forajidos.
José Luis González Peralbo
Extracto de su libro «La mala vida en los Pedroches»
Fuente: CH85.2